lunes, 12 de septiembre de 2011

LOS COLORES DE LA POLÍTICA (I)

Por: Jorge Gómez Barata
Por una mutación que no es fruto de la casualidad o de la filantropía anglosajona, sino de intensas y seculares luchas que incluyeron una guerra civil de cuatro años y medio millón de muertos, otros inenarrables sufrimientos y humillaciones, protagonizadas no sólo por el Ku Klux Klan, y que a la postre obligaron a reformar la Constitución; al fin la élite de poder norteamericana, se ha tornado bicolor y por primera vez la parte más alta puede ser negra.

No obstante, aunque Barack Obama resulte convincente y sea elegido presidente, el componente femenino del establishment, conservador y elitista, integrado por damas de la alta sociedad, forman el escenario donde Michelle Obama deberá triunfar para sumar a su esposo que con ella y sus niñas trata de hacer historia.

Fue una periodista, Mari Clemmer, quien en un afortunado día de 1877 aplicó a Lucy Web, esposa de Rutherford Hayes, decimonoveno presidente de los Estados Unidos, el calificativo de Primera Dama. Una bella expresión que rápidamente se universalizó.

De un plumazo, el talento creó una figura, para algunos una frivolidad, que equiparó el rango (no el poder) de la esposa al del marido presidente, haciendo justicia a mujeres que sin buscarlo fueron catapultadas a posiciones cimeras en la vida política y social de su país. Al reivindicar a la oscura y muchas veces vilipendiada figura de “La Doña”, el sistema político norteamericano sumó un atractivo al que Michelle Obama intentará cambiar el color.

Hasta el presente, Estados Unidos ha tenido 42 presidentes, aunque se cuentan 43 porque uno, Grover Cleveland, fue electo para dos mandatos no consecutivos (1885-1889 y 1893-1897) y, en cada uno de ellos tuvo primeras damas diferentes, su hermana Rose Cleveland cuando fue el presidente número 22º y a su mujer Francés Cleveland cuando fue el vigésimo cuarto. Las primeras damas son cerca de sesenta.

En Estados Unidos, un país conservador, por cierto la Nación desarrollada donde proporcionalmente hay menos divorcios y donde los matrimonios duran más, la figura de la Primera Dama, fue siempre un elemento relevante, a tal punto que los presidentes que eran solteros, viudos o divorciados, por razones protocolares, asignaban esa función a otras mujeres como quien nombra a un ministro.

Andrew Jackson, gobernó con dos primeras damas, ninguna fue su mujer: Emily Donelson sobrina y Sarah Yorke, nuera. Martin Van Buren, tuvo a Hannah Hoes, su esposa y luego a Angélica Van Buren, su nuera. El record corresponde a John Tyler, décimo presidente que tuvo tres primeras damas: Leticia Christian, su primera esposa, Priscila Cooper, su nuera y luego su segunda esposa, Julia Gardiner.

Para los ejercicios protocolares, Millard Fillmore se auxilió de su esposa Abigail Fillmore y luego por Mari Abigail, su hija. La historia se repitió con Andrew Johnson que utilizó a Elisa McCardle, esposa y a Martha Paterson, hija. El presidente número 15° James Buchanan tuvo como Primera Dama a Harriet Lane, una sobrina y Benjamín Harrison, además de su esposa Caroline Lavinia, tuvo a Mary Harrison hija de ambos.

Lo mismo ocurrió con el 27º, William Taft que tuvo a Helen Herron, esposa y a Helen Taft Manning, hija. Estando en la Casa Blanca, Woodrow Wilson, tuvo dos esposas, naturalmente, una después de la otra: Ellen Louise Wilson y Edith Bolling Wilson, esta última considerada la más poderosa y entrometida en la política de todas las primeras damas.

Todas las mujeres presidenciales, excepto la primera, Martha Dandridge, esposa de George Washington, residieron en la Casa Blanca y nueve la abandonaron antes de tiempo, ocho por la muerte de sus maridos durante el ejercicio presidencial; cuatro de ellas lloraron allí el asesinato de sus esposos: Mary Ann Todd por Abrahán Lincoln, Lucrecia Garfield por James Garfield, Ida Saxton a William McKinley y Jacqueline Kennedy por JFK. Thelma "Pat" Nixon salió porque su marido, Richard Nixon renunció a la presidencia.

Michelle Obama, una bella morena de origen humilde, abogada, con 44 años, madre de dos niñas y con una exitosa carrera por delante, parece estar predestinada a empeños mayores. Si como todo indica, de esposa del candidato pasa a ser la mujer del presidente, se convertirá en ama de casa de la familia que convertirá en una paradoja el nombre de su hogar en los próximos años.

Con Barack, Michelle, Malia y Sasha, sus hijas la mansión presidencial tendrá la fachada blanca y el alma negra, cosa que seguramente no la hará peor. De todos modos el experimento da para vender las entradas.

Fuente:  Koeyú Latinoamericano/Propuesta Popular Comunistas Los Salias

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