sábado, 18 de octubre de 2008

UN ANACRONISMO EN AMÉRICA LATINA

En los últimos años, varios estudiosos han demostrado que se ha venido conformando en América Latina un escenario político donde se pueden apreciar no sólo una profunda crisis del llamado modelo neoliberal, sino también el surgimiento de algunos gobiernos de tendencia de izquierda como, por ejemplo, en Venezuela, Bolivia y Ecuador. En estos casos, hasta se puede hablar de una ruptura con dicho modelo totalmente reaccionario ya que se están dando distintos pasos necesarios para la construcción de una gobernabilidad más cercana a los verdaderos intereses de las masas explotadas de la región. Sin embargo, al mismo tiempo, advierten que no se trata del fin del neoliberalismo, teniendo en cuenta que siguen existiendo algunos resabios del mismo, como por ejemplo en Colombia, con el facistoide Presidente Alvaro Uribe.
Pero esa visión de lo que está ocurriendo en América Latina no es completa, pues, desgraciadamente, deja de lado una realidad muy dolorosa: la ocupación de Haití por la Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización de Haití (MINUSTAH). Esta ocupación empezó en 2004, luego del derrocamiento del Presidente Jean-Bertrand Aristide. Participan más de 40 países, y entre ellos se encuentran varios latinoamericanos, como Argentina, Brasil, Chile, Bolivia y Ecuador, etc. Los casos de Bolivia y Ecuador, países dirigidos por gobiernos que han adoptado medidas no sólo antineoliberales sino también antiimperialistas, sorprenden a más de uno. En efecto, el gobierno boliviano acaba de expulsar al Embajador norteamericano acusado de intromisión en los asuntos internos del país planificando con los sectores más reaccionarios la desestabilización del gobierno presidido por Evo Morales, asumiendo así una firme posición antiimperialista digna de elogios. Valiente decisión que fue respaldada sin reserva alguna por todos los hombres libres del mundo.
En honor a la verdad, hace falta aclarar que el envío de tropas militares bolivianas y ecuatorianas fue adoptado por gobiernos anteriores a los de Morales (Bolivia) y Correa (Ecuador), pero ellos no cambiaron dicha decisión política proimperialista. Inclusive, algunas organizaciones populares haitianas enviaron varias cartas al Presidente Morales, solicitando el retiro de las tropas bolivianas de la MINUSTAH. Desgraciadamente, hasta ahora, la respuesta en los hechos sigue siendo negativa.
¿Cómo explicar semejante paradoja? Paradoja sumamente inquietante, cuando se sabe que hay urgencia en Haití, que el país se encuentra al borde de un colapso generalizado ante desigualdades sociales tan profundas y una humillación imposibles de tolerar más. Ya han pasado cuatro (4) largos años desde la imposición de la MINUSTAH, y la demostración de su fracaso resulta una verdadera perogrullada. Cuatro largos años durante los cuales el pueblo haitiano manifestó de diferentes maneras su rechazo a la ocupación, sobre todo durante la rebelión popular de abril último pasado cuando se levantó en contra de la carestía de la vida, el hambre y la ocupación. Y, en cada oportunidad, también expresó su conformidad y reconocimiento al tipo de ayuda que aportan los gobiernos de Cuba y Venezuela, ya que ellos respetan su dignidad, su soberanía y su autodeterminación. Nadie, con buena fe, puede demostrar lo contrario.
En referencia a ese tema, es menester recordar las sabias y conmovedoras palabras del Comandante Fidel Castro cuando en algunas de sus últimas Reflexiones escribió: “Tal vez se creyeron que nadie había visto las imágenes divulgadas por la televisión de Estados Unidos cuando las fuerzas de ocupación de la ONU repartían alimentos en Haití a la población hambrienta que se los disputaba a través de una cerca de alambres de púa, dando lugar incluso a niños heridos. El hambre en ese país es fruto del saqueo histórico y despiadado de los pueblos. Allí mismo, en Gonaïves, nuestros médicos arriesgaban su vida asistiendo a la población de esta ciudad, así como lo hacen en casi el ciento por ciento de los municipios de esa nación. Esa cooperación prosigue allí como en decenas de naciones del mundo, a pesar de los huracanes”.
Siempre hablando de cooperación, es también necesario resaltar aquí el apoyo del gobierno Bolivariano de Venezuela. En efecto, si Haití sigue teniendo petróleo para funcionar es gracias a ese país. De los 200 millones de dólares que el gobierno haitiano dice necesitar, por lo menos 150 provienen de Petrocaribe, ese Acuerdo firmado con Venezuela en virtud del cual 50% de los beneficios derivados de las compras del petróleo venezolano se transforman en un crédito a largo plazo, a pagar en 25 años con una tasa de interés simbólica de 1%.
Venezuela construyó en Haití tres centrales eléctricas: una de 30 MW en Puerto Príncipe, y otras dos de 15 MW cada una, en Cabo Haitiano y en Gonaïves. También el gobierno del Presidente Hugo Chávez, ofrece construir en Haití una refinería de petróleo y algunos aeropuertos.
Ciertamente, los Presidentes Morales y Correa saben que la lucha antiimperialista no se reduce a un problema nacional sino que abarca todos los planos de la vida, de las relaciones entre pueblos. ¿Qué están esperando, entonces, para terminar con esa paradoja? Y hoy, su comportamiento se torna más preocupante, cuando el Consejo de Seguridad de la ONU votó por unanimidad (15-0) el 14 de octubre último pasado, un día antes de que expire el mandato de la MINUSTAH, renovar su mandato durante otro año, dejando ver claramente su proyecto de mantener a Haití bajo su tutelaje. Política que, como todos lo saben desde 2004, responde a una moción manejada por el representante norteamericano en 2004 en el Consejo de Seguridad de la ONU.
Por otra parte, -y es importante señalarlo- el Consejo de Seguridad aclaró antes de la votación, que mantendrá el número de soldados en 7.060 y de policías en 2.091, pero la MINUSTAH no atenderá ni siquiera los llamados efectuados por el enviado de la ONU en Haití, el argelino Hédi Annabi, que pidió cambiar su enfoque al desarrollo económico en la nación caribeña sobre todo luego del paso de 4 huracanes en un mes que dejaron más de 700 muertos, más de 300 desaparecidos, miles de desamparados, 84.625 casas dañadas y 22.702 destruidas..
El gobierno haitiano estima que unos 300.000 niños están necesitando ayuda urgente como consecuencia directa de los ciclones que azotaron el país desde agosto. En un comunicado el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) reclamó el respaldo del mundo para brindar ayuda indispensable a centenares de miles de jóvenes en Haití.
Por su parte, los Médicos Sin Fronteras indicaron haber descubierto un pequeño pueblo sumergido no muy lejos de Gonaïves, la cuarta ciudad del país.
Sin embargo, a pesar de la existencia de esa tragedia, según la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios, el organismo internacional recibió hasta ahora sólo el 16% de los 108 millones de dólares solicitados para hacer frente a la emergencia en Haití.
Entre tanto, la MINUSTAH costó 575 millones de dólares en 2008. Entre tanto, los precios de los alimentos continúan subiendo después de que el 60% de la cosecha anual del país quedó totalmente destruida. Entre tanto, el gobierno haitiano sigue pagando anualmente más de 60 millones de dólares por los intereses de la “deuda externa”.
Por todo ello, y en medio de la debacle capitalista más importante en los últimos años, sobre todo en los EE.UU., en pleno corazón de ese sistema, con entidades en quiebra, con el gobierno fascista de George W.. Bush sacando el dinero de los contribuyentes norteamericanos para socorrer a sus socios de las finanzas en Wall Street, etc., en bancarrota, queda claro que la ocupación de Haití constituye un disparate, un verdadero anacronismo en América Latina.

Henry Boisrolin
Coordinador del Comité Democrático Haitiano en Argentina
16 de octubre de 2008