Por:Luis Fuenmayor Toro
Uno se cansa de tanto decir y decir verdades incuestionables, repetir y repetir hechos y argumentos, presentar evidencias históricas, generalmente dirigidos a quienes en su vida diaria adoptaron la tozudez como conducta y se comportan como verdaderos energúmenos cuando se los enfrenta, que no sabe si persistir en la conducta pedagógica o contestarles con sus propias palabras y calificativos.
La sensación de impotencia se hace mayor cuando los hechos y las evidencias confrontan y derrumban las posiciones agresivas de los amos imperiales, precisamente de quienes nos han mantenido en el subdesarrollo a ellos, nuestros oponentes, y a nosotros, razón por la que se supone deberíamos compartir posiciones de enfrentamiento a los mismos y no de reverencia y total sumisión.
Los Bush, los Blair, el pobre ser del Rey de España, los Aznar, los Rajoy, cómplices o encubridores, cuando no protagonistas, de grandes genocidios, pretenden identificar al presidente Chávez como terrorista, bajo el aplauso y la simpatía de un grupo de venezolanos, quienes han debido nacer en otras latitudes.
La acusación se basa en el contacto que mantiene Chávez con las FARC y se efectúa a pesar de que, en el pasado cercano, han recomendado seguir este tipo de conducta en casos mucho más radicales, violentos y peligrosos para ellos mismos. Así, Bill Clinton recomendó en 2001, al Primer Ministro Blair, que efectuara una reunión directa con los máximos dirigentes del Ejército Republicano Irlandés y, aunque la reunión nunca se dio, las conversaciones de paz se efectuaron durante 10 años con los resultados que todos conocemos.
Varios presidentes de EEUU han forzado la realización de conversaciones entre el gobierno de Israel y el Palestino, confrontación que ha producido muchísimas más muertes y destrucción, que las ocasionadas por el conflicto colombiano con las FARC y el ELN.
Y es que no se entiende cómo se puede negociar la paz sin que discutan directamente quienes se encuentran en guerra; la paz se negocia entre los beligerantes, pues son ellos quienes pueden acordar los términos que parezcan equitativos o justos para cada uno. Así lo hicieron la ETA y el gobierno español, sin que nadie lo acusara de terrorista por tener contacto con terroristas