miércoles, 17 de junio de 2009

PABLO NERUDA: COMO VIÓ A RÓMULO BETANCOURT... CAÍN DE NUESTROS TIEMPOS

Betancourt se sentó en las esperanzas de Venezuela

como un fardo espeso.

Este señor es ancho y cuadrado por fuera

y es opaco por dentro, como un queso.

Estudió mucho para Presidente,

pues para ser hombre nunca tuvo tiempo.

Al fin en Nueva York le dieron título

de especialista en leyes y gobierno.

Aprendió el inglés para obedecer sus órdenes;

en todo fue muy cumplido y circunspecto:

ojos y oídos hacia Norteamérica,

y hacia Venezuela, sordo y ciego.

Pidió a un sastre norteamericano

sus pantalones y sus pensamientos,

hasta que hablando con la voz del amo

olvidó a Venezuela y a su pueblo.

Cuba le molestaba extrañamente.

Por culpa de Fidel perdía el sueño.

Todas esas reformas: dar tierra a los

que la trabajan, eso es muy molesto;

vender azúcar a los que la compran, es un grave

atrevimiento. Darle casa a todos los cubanos

es hacer de Cuba un infierno.

Y, así, Betancourt se convirtió en un triste

Caín de nuestros tiempos.

En Caracas floreció una sublevación

de niños tiernos.

Aquellos estudiantes insumisos se atrincheraron

en sus conocimientos.

Betancourt, el guerrero, mandó a prisa sus policías,

sus regimientos, sus tanques, sus aviones, sus fusiles

y ametralló a aquellos pobres indefensos,

y ante las aulas enlutadas y entre pupitres y cuadernos,

este demócrata norteamericano

dejó docenas de pequeños muertos.

Venezuela otra vez ensangrentada: ¡Herodes Betancourt

guardó silencio!

Fuente: FUENMAYOR, Juan Bautista, Historia de la Venezuela Política Contemporánea 1999-1969, Caracas, Edición del autor, 1989. Tomo XV, pag. 518.

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