Estos sesenta años de tenaz existencia que Tribuna Popular cumple como vocero de los comunistas venezolanos, con una permanente vocación de lucha por los intereses de la clase obrera y de la nación misma en su conjunto, pienso que bien merecen una reflexión sobre el significado extraordinario de tal hazaña periodística en un país como el nuestro.
El siglo XX para Venezuela está signado de manera fundamental por el pase de país agrícola a país petrolero, no propiamente industrializado. Consecuencia de ello ha sido la pérdida de la soberanía nacional, para entrar a formar parte de lo que se ha llamado el mundo neocolonial, o sea, en nuestro caso, prácticamente como colonia de Estados Unidos. Por lo tanto, con unos medios informativos totalmente controlados por los monopolios yanquis, y bajo la supervisión de la embajada yanqui, como algo normal. En los mismos Estados Unidos, el renombrado diario The New York Times es sabido que actúa bajo la tutela del Departamento de Estado, y sigue fielmente la línea que le trazan los funcionarios gubernamentales.
Por lo que respecta a Venezuela, resulta muy ilustrativo lo sucedido con los diarios Ultimas Noticias y El Nacional, ambos fundados en los años ‘40 por unos muy conocidos dirigentes comunistas de la época, Francisco J. “Kotepa” Delgado y Miguel Otero Silva, respectivamente. Durante la II Guerra Mundial se les dio vía libre, como parte de la alianza de Washington con Moscú, y así lo entendió el guachimán de turno, Isaías Medina Angarita. Pero al terminar dicha guerra, llegó el embajador yanqui Walter Donally con la orden de “mandar a parar” y esos dos diarios tuvieron que cambiar sus orientaciones políticas, e incluso cambió de dueño la popular Ultimas Noticias. Todo esto lo relató con amplios detalles el camarada Juan Bautista Fuenmayor, quien en aquel tiempo fue uno de los principales dirigentes del PCV, y luego rector de la Universidad Santa María. Persona muy respetable, resulta irrecusable su testimonio al respecto. Ver su libro 1928-1948: Veinte años de Política, Caracas 1969, 360 págs.
Si se analiza la historia del periodismo venezolano, sin prejuicios, habrá que admitir que el papel desempeñado por los comunistas ha sido de primer plano, y no solamente en cuanto a la prensa legal, la comercial, sino en especial en lo referente a la clandestina. Cuando en 1931 se fundó el PCV, durante aquella bárbara dictadura de Juan Vicente Gómez, de inmediato comenzó a editar periódicos clandestinos en pequeñas imprentas. El más célebre de ellos fue El Martillo, iniciador de una tradición que Tribuna Popular, fundada el 17 de febrero de 1948, prosiguió en los tiempos “democráticos” de unos guachimanes adecos, Rómulo Betancourt y Raúl Leoni, tras de haberlo hecho en la década del guachimán anterior, Marcos Pérez Jiménez.
Ningún otro periódico venezolano ha sido tan exitoso en desafiar a las dictaduras, tanto a las que se ejercen en el terreno político como a las no menos duras que se expresan en lo económico. Aquí hemos visto pasar el periodismo, en el último medio siglo, de su fase inicial de una libre competencia a otra de la más opresiva monopolización. El desarrollo capitalista implica, fatalmente, la liquidación de la famosa libertad de prensa que pregonan los ideólogos burgueses. Son cada día menos los periódicos independientes, capaces de poder escapar a “la ley del mercado”.
Asimismo, ha ido desapareciendo el tal “periodismo objetivo” que nos vendían como una mercancía para clientes exigentes. Puedo decirlo por mi propia experiencia personal, son muy escasos los periódicos acá en Venezuela que le permiten a un comunista expresarse como aquí lo hago. Lo curioso es que, en cambio, se nos han abierto algunos espacios en radio y televisión, aunque desde luego no en los controlados por esos globalizados pitiyanquis... más que identificados como tales.
Este 17 de febrero, al celebrar el 60º Aniversario de TP, vaya un emocionado homenaje a la memoria de camaradas como Gustavo Machado, Eduardo Gallegos Mancera, Jesús Faría, Fernando Key Sánchez, Héctor Mujica, Alí Lameda, Jesús Sanoja Hernández, Federico Alvarez, y tantos otros que en labores diversas como las de Manuel Reverón, con sus esfuerzos han hecho posible este auténtico milagro de periodismo revolucionario.
Jerónimo Carrera