lunes, 20 de octubre de 2008

INENTENDIBLE Y CONTRAPRODUCENTE

Luis Fuenmayor Toro

La última confrontación ocurrida entre el presidente Chávez y los partidos Comunista de Venezuela y Patria para Todos es completamente absurda en el momento político que vive Venezuela en la actualidad. Las expresiones del Presidente sobre sus aliados son inadmisibles e inconvenientes para los propósitos electorales del proceso revolucionario, que requiere de una atmósfera de menor pugnacidad entre quienes se supone están del mismo lado.


Señalar que la responsabilidad de lo sucedido la tienen los partidos mencionados, pues decidieron no asumir todas las candidaturas proclamadas por el PSUV, es limitar el análisis político a lo ocurrido en los últimos momentos. Lo que se inicia mal es muy difícil que termine bien, y el proceso de construcción del partido de Gobierno no arrancó en la mejor forma posible para la unidad de las fuerzas del cambio. Recordemos que fue decidido por el Presidente no sólo sin tomar en cuenta a sus aliados sino tratando de obligarlos a abandonar sus partidos e inscribirse en el de él. Así no más. Sin tomar en cuenta la historia y las características de estas organizaciones.


Hoy, luego de haber aceptado las decisiones soberanas de los dos partidos y recorrido un cierto camino, no se puede volver atrás a repetir una confrontación en el peor momento político dado la cercanía de unas elecciones importantes para las posibilidades de cambio que vive Venezuela y, mucho menos, en los duros términos utilizados por Chávez.


Decir que se va a encargar de destruir al PCV y al PPT no es propio de una política revolucionaria, la cual necesita unir a todos los factores posibles alrededor suyo, pues los enemigos del proceso son múltiples y muy poderosos. Se destruye, políticamente hablando, a los contrarios, a las fuerzas opositoras e, incluso con éstas, se deben efectuar ajustes en relación al trato que se les dé.


No se debe tratar a toda la oposición como si fueran un grupo monolítico y sin contradicciones de ninguna clase; se trata de dividir a los golpistas de quienes no lo son, a los fascistas de quienes no han llegado hasta allá, así estos constituyan un grupo minúsculo.


No es una tarea de la revolución la eliminación del PCV y del PPT. No se puede despilfarrar esfuerzos en luchas fraticidas y mucho menos en momentos electorales en los que el pueblo requiere de directrices claras y no contradictorias. Ya bastantes contradicciones ha vivido la gente con el caso del trato presidencial al gobierno colombiano, con las decisiones que se tomaron con las FFAARRCC y con la desavenencia surgida con el Rey de España.


No se trata de darle a la población más hechos difíciles de explicar y el presidente Chávez tiene en ello la principal responsabilidad. Por otra parte, no se debe señalar como tarea política a conseguir algo que es muy difícil de obtener, y acabar con un partido político no es tarea fácil por lo menos en el corto plazo.

Allí están AD y COPEI, heridos gravemente por la revolución pero lejos todavía de estar destruidos y haber desaparecidos. Recuerdo en este momento cuando Betancourt llamó a Jóvito Villalba, fundador del partido Unión Republicana Democrática, “cadáver insepulto”, pero ese cadáver se le levantó más tarde en un momento particular.


Que haya gobernaciones y alcaldías donde no se pudo lograr la unidad de los revolucionarios es responsabilidad, para no entrar en detalles, de todos los actores y no solamente del PCV y del PPT. Si la situación ya se dio y es irreversible hay que continuar adelante tratando que la misma moleste lo menos posible en la consecución de los objetivos planteados.


Más adelante deberá discutirse, respetando todas las posiciones y opiniones, qué hacer y cómo actuar para evitar la ocurrencia de este hecho en las confrontaciones futuras. Pero una cosa se debe tener en mente: No puede reducirse la participación política de los revolucionarios a los inscritos en el PSUV, pues eso deja fuera mucha gente con conciencia, experiencia y preparación, para contribuir a la construcción de una nueva Venezuela. El sectarismo de la mayoría es una torpeza inadmisible de quienes dirigen cualquier proceso.

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